2 nov 2010

Yin, Yang.

De tan diferentes, eran iguales.


"Al principio hay deseo, luego pasión, luego sospecha, celos, ira, traición. Cuando el amor es para el mejor postor no se puede confiar, y sin confianza, no hay amor. Los celos, si, los celos, te volveran loco " Moulin Rouge

Era 7 de Marzo. Abrió sus pequeños ojos azules, aun estaban un poco pegados. Ayer había sido un buen día, con una culminación perfecta, alocada, pero perfecta. Recodaba con todo detalle el momento que perdieron la cordura en aquel coche, mientras de fondo sonaba una canción de Lori Meyers. Ella era una experta en eso de mantener el control, era una experta en controlar relaciones. Demasiado sufrimiento, o lo que la gente llama así, había pasado ya. Pero esa noche, y esa relación se le iban de las manos. Él se le iba de las manos, era más de lo que podía pedir a veces, y ella pensaba ser menos de lo que él quería. Nunca se lo dejaría ver, pero lo sentía así. Siempre había pensado que viviría sola, y moriría en un final como el de Seven, con su apocalipsis y su apoteosis. Últimamente había empezado a pensar en vestidos blancos, y niños pequeños. Algo más de mujeres, dicen. 

-No fuiste elegida al azar- Le dijo mientras le aplastaba la nariz.
-No creo en el azar, ya sabes- Contestó ella.

" Las ganas de inventar y  un ¡Atiza! al cielo,
marcarán la frontera de mi razón.
Y un arsenal de paciencia y celos
nos recuerdan las chicas no pagan dinero"  Vetusta Morla - Los buenos 

Era 7 de Marzo. Le encantaba que lo primero que viera al despertar fuesen sus ojos. Su muñeca, la de la W, estaba junto a la suya, la de las dos emes. No quería recordar lo de ayer, seguro que ella pensaba que había sido demasiado fogoso. Él era un inexperto en eso de mantener a raya sus emociones, era un inexperto en las relaciones. Pero con ella parecía fácil, todo salia sin planearlo, sin pensarlo. -"Ella es una de esas chicas que van de jipis, y acabaran casadas de blanco y por la Iglesia" -Le habían dicho una vez. Nunca pensó que podría casarse, no quería pensar una cosa así -"Por dios"-Pensó. No le daba miedo el compromiso, pero no estaba bien pensar en esas cosas que después salen mal. Él sólo quería saber cuanto azúcar le apetecía en el café, era un síntoma de su estado de animo, y donde irían esa noche a cenar, lo demás estaba demasiado lejos como para ni siquiera tenerlo en cuenta. A lo mejor era momento de ser romántico. Es cosa de hombres, dicen. 

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