5 oct 2010

Gemma

Olías a Mora. Aun recuerdo aquellos días que subía a la segunda planta de mi casa y seguía oliendo a ese dichoso perfume. Nunca tuve una memoria prodigiosa, pero aun recuerdo desde el día que pronunciaste tu nombre por primera vez, hasta la noche en la que yo lo hice por última vez, seguido de un Te Quiero. Siempre pensé que tu nombre, tus ojos, y tu manera de mover la cabeza era lo que me haría perder la cabeza un día. Siempre me ha encantado que te hagas la tonta, aunque siempre hayas sido más inteligente que yo. Me gusta no llevar razón nunca, que ni siquiera des opción a ello. Pero de todo lo nuestro, lo que lleva tu nombre y el mio bordado con un color azul eléctrico. Azul como tus ojos. De todo lo nuestro sólo rescataría una cosa, una cosa que merece un marco en mi memoria, y que recuerdo como si fuera el primer día. "Recuerdo que me asomé al balcón, como cada noche, como cada día de enero, entre cafe y sociología, entre el correo y Teorías de la Información. Un hombre mayor paseaba por la acera de enfrente, una chica con unas pintas un poco raras y unos cascos a juego con su ropa violeta cruzaba a la otra acera. Por la esquina venía una chica, normal, corriente. El coche de mi padre salia de la cochera, una noche más, mi hermano jugaba en la otra esquina a las cartas. La chica se aproximaba, una falda vaquera clara, el pelo negro, en ese momento me pareció el pelo más negro que había visto, una sonrisa en la cara, como si no le afectara el viento en las piernas, como si su blusa azul hiciera de pararrayos de los problemas. Quería hacer algo para que me mirara, pero no me atrevía, no era capaz. Maldita Cobardía un días más. Entonces el boli se me escapó de las manos, cayo a su lado, y miró hacia arriba. Había una cosa de la que no me había dado cuenta, una cosa, de la que por muy normal que pareciera esa chica en un principio, hubiera cambiado las cosas. Tus ojos. Miraste hacia arriba y fue como un shock, es una sensación indescriptible, solo se me ocurre una metáfora, la del olor del césped recien cortado con el de las naranjas recién trituradas, la sensación de sentirte vivo y fresco, nuevo y agrio, amargo y hipnotizado. -Creo que se te ha caído- Tu voz sonaba como me la había imaginado en ese segundo interminable, en el segundo más largo del universo, donde las milésimas eran siglos, en ese segundo que tardaste en abrir la boca desde que tus ojos me habian destrozado por dentro y aliviado por fuera. Puede ser que ese momento cambiara mi vida, puede ser que mi muestra de valentía de ahí en adelante cambiara el transcurro del universo y de las teorías astro-físicas de el futuro. O puede ser que ese momento solo fuera una muesca más en el camino, un momento finito, como todo, y que no cambiaría mi manera de ser, ni tu manera de actuar, ni tu desmán, ni tus desaires" De todo lo nuestro sólo rescataría una cosa, una cosa que merece un marco en mi memoria, y que recuerdo como si fuera el primer día. Tu nombre, -"Gemma con dos emes por favor-.

2 comentarios:

  1. Esta es la historia que mas me ha encogido el estómago durante minutos de todo este blog :)
    Me encanta, tú.

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