17 may 2011

El resto de tu vida

Cuando te das cuenta de que quieres pasar el resto de tu vida con alguien deseas que el resto de tu vida empiece lo antes posible. Había estado toda la mañana repitiendo esa frase, una película que vio la noche anterior, o algo por el estilo. Cada vez que la recitaba, ella o mi cabeza, mi reacción era automática: “El problema está cuando no sabes si quieres pasar tu vida con ese alguien”. Aquel día eran todo sonrisas y ojos azules achinados, era toda una felicidad impenetrable, una broma tras otra, pintarrajos en los apuntes y besos en los escalones de la biblioteca en interminables descansos. Estar con ella era como salir de una cabaña en medio de los paramos finlandeses en pleno invierno, los tres primeros segundo te sientes el rey del mundo, tus pulmones siento el frío con un alivio incomparable, tus ojos, semicerrados del sueño, se abren al sentir el sol reflejado en la nieve, y todo tu cuerpo se eriza. La sensación durante los primeros segundos es de ser capaz de todo, pero al rato sientes frío, tu cuerpo se vuelve a entumecer, el sol en los ojos empieza a molestar, lo que era alivio en tus pulmones empieza a convertirse en dolor.

Tú me entumeces. Llevas meses entumeciéndome, lo que siento por ti agota pero lo que no sientes por mí y sobre todo lo que no me haces sentir destroza. Además había ocurrido algo inesperado, algo con nombre y apellidos, aunque tu te habías empeñado en llamarla: “La odiosa pelirroja”. Y ciertamente para ti tenia que ser odiosa, era todo lo contrario a ti, a tu manera de pensar, a tu manera de ser, a tu manera de tratarme. Siempre te daba un beso donde los necesitabas y cuando lo necesitabas, no tenia miedo a nada, y sobre todo dejaba que me acercara cuando estaba mal. No esperaba conocerla, ni siquiera la estaba buscando, pero apareció. Un día en la biblioteca, como aquellas veces en que todo está planeando para que ocurra así, como esas veces en la que las casualidades acaban consiguiendo que te tropieces con la pelirroja que llevabas viendo una semana por sitios inesperados. Cuando hablas con ella resulta que te encanta como es, que su locura te hace sentir vivo, que deja que termine las frases, y no solo eso, que me deja claro que lo que digo vale mucho.

-Gemma, no quiero que empiece aún el resto de mi vida.-